CIERTO, NO ESTAMOS SOLOS, NO TEMAN
Lo de los chinos en verdad no tiene nombre. Leo en la revista Emprendedores del mes de febrero que mis queridos chinitos han subido los tipos de interés hasta el 5’81%, lo que puede conllevar que su economía sufra un espectacular retroceso y como diría nuestro Presidente de Gobierno, deberá realizar algunos trámites de ajuste porque crisis lo que se dice crisis a lo mejor no la hay, no crean.
El crecimiento de la economía china puede verse afectada efectivamente por la indicada subida de los tipos de interés, algo que los países occidentales ya han sufrido más de una vez y que los chinos quizá lo estén experimentado ahora mismo no sé si por primera vez pero por ahí anda el asunto. Eso es bueno porque así los sufridos occidentales ya no estamos solos en la Tierra.
Aun con todo parece que la escalada de los precios no tiene límite, cuando el efecto de una subida del tipo de interés debiera tener en condiciones normales la consecuencia contraria, una disminución de los precios al reducirse el consumo del ciudadano de a pie y quizá del que va montado en burro.
¡Qué alegría! No porque me alegre de los males de los sufridos chinos que pisan la calle y alguna que otra mierda de perro a veces, sino porque viene a significar que los chinos son humanos y que se parecen a nosotros. Ya estaba pensando que los chinos eran unos extraterrestres.
En esta tesitura que estamos comentando, no cabe duda que los productos chinos ya no serán tan competitivos, pues los precios se están poniendo por las nubes y de esta manera no van a poder competir en condiciones.
Ya era hora de que los chinos probaran de nuestra medicina. Bueno sería para la economía mundial que los queridos chinitos empezaran a jugar a las compras y a las ventas con las mismas armas que los demás. Lo contrario es un auténtico desacato a las más elementales normas de la economía, pero como doctores tiene la Iglesia, aunque esos doctores hayan estudiado en algún gallinero jugando a las chapas con las gallinas, pues a lo mejor no se atenta a las sagradas normas por las que se rigen las relaciones económicas mundiales.
Alegrémonos pues de la situación de los chinos, no porque deseemos su mal sino porque ya va siendo hora de que jueguen a la oferta y a la demanda con las mismas cartas que los demás. Marcadas eso sí, no nos engañemos, pero las mismas cartas para todos y como dicen en mi pueblo, “el que más chifle(silve) capador”.
Luis Hernández Rubio
No hay comentarios:
Publicar un comentario