El Golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 siguen siendo hoy en día, treinta años después del hecho, un misterio sin resolver. Se ha escrito mucho y no siempre en la dirección adecuada. En mi opinión el Golpe estuvo preparado y controlado para evitar el grave riesgo de que en España se produjera una involución de incalculables consecuencias.
He leído en estos días un libro atípico sobre el Golpe “Anatomía del Golpe” de Cercás), que me ha dejado un poco estupefacto. No estoy en absoluto de acuerdo con lo que se expone en él. El libro analiza el Golpe a través del análisis sesgado de tres personajes fundamentales de la Transición política en este País.
Los personajes en cuestión son curiosamente los que en el momento de la entrada de Tejero en el Congreso, se negaron a tirarse al suelo. Se mantuvieron sentados en sus escaños y en el caso del Teniente General Gutiérrez Mellado hizo frente los golpistas, aunque no sé si llamarlos así o llamarlos despistados. Realmente lo estuvieron muy mucho.
El recorrido por los vericuetos del Golpe de Estado pasa en las páginas del libro por el análisis del compromiso de Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo no sólo con el Golpe sino con la historia de España. Ninguno de los tres salen muy bien parados y en el caso del primero, se analiza su actuación colocándolo en mal lugar, tratándolo de arribista y aprovechado.
No cabe duda que Suárez cometió errores, pero de ahí a considerarlo como una rémora para la democracia va un trecho. No sé yo porqué de esa animadversión del autor del libro porque ¿quién me asegura a mí que sin Suárez dirigiendo la Transición no se hubiera producido un baño de sangre en el País que hubiera dado al traste con la bisoña democracia?
Suárez actuó como debía actuar un hombre sensato y comedido. La mayoría de acciones que llevó a cabo fueron con unos objetivos claros que no siempre fueron muy bien entendidos. Es verdad que en no pocas ocasiones hizo las cosas por su cuenta, pero es que si hubiera tenido que contar con algunos de sus ministros, quizá la democracia no hubiera discurrido por cauces pacíficos.
Se le discute hasta la fecha que eligió para legalizar el P.C.E. de Santiago Carrillo. ¿Qué hubiera pasado si en vez de elegir la Semana Santa con todo el mundo de vacaciones, hubiera elegido otra fecha? El terremoto habría sido de graves consecuencias. Así el movimiento fue mínimo, primero porque cogió a todo el mundo desprevenido y segundo debido a que todos estaban de vacaciones y no había tiempo de improvisar nada.
Se acusa a Suárez de provocar con sus decisiones el Golpe de Estado, pero ¿es que podía actuar de otra manera sin provocar el caos? Creo que no había otra forma de actuar. Según el autor del libro de que he hablado, él hubiera sido partidario de una ruptura total con la dictadura. ¡Qué fenómeno, oiga! En ese caso nos hubiéramos adentrado sin remisión en el caos y en el enfrentamiento fratricida.
¿Se le puede reprochar nada a quien en el momento del asalto al Congreso por parte de Tejero se mantuvo firme en su escaño y sin esconderse debajo del mismo como hicieron casi todos?
Pero lo más lastimoso del libro es cuando trata al Teniente General Gutiérrez Mellado de insurrecto. Total porque combatió en su juventud en el frente de Madrid al lado de las tropas de Franco. ¿Quién me dice a mí que no obligado por las circunstancias? ¿Cuántos se vieron obligados a luchar en una guerra que no fue la suya sino la de unos pocos? Con posterioridad demostró lo que había que demostrar, defendiendo la Democracia y enfrentándose a los asaltantes del Congreso con riesgo para su vida. Tratarlo por lo tanto de “golpista sobre el golpe” me parece cuando menos denigrante.
También es acusado por el escritor del libro de avivar la llama del golpe de estado. Dice que fue retirando Generales y ascendiendo a otros en el escalafón por delante de quienes por su marcado apego a Franco podían obstaculizar el devenir de la Democracia. ¿Qué había de malo en ello? Nada absolutamente. Se estaban retirando los obstáculos que entorpecían la Democracia.
En otro de los capítulos del libro se analiza la figura de Santiago Carrillo, Secretario General del Partido Comunista el día del Golpe. También se ensaña el autor con él sin motivo aparente. Se escuda en que engañó hasta sus propios compañeros de Partido. Si engañó y mintió lo fue de manera piadosa. Él, curtido en mil batallas, sabía a ciencia cierta que realizar las cosas a la tremenda hubiera supuesto en la práctica una auténtica masacre. ¿Qué cedió en lo de la bandera y en lo de la República? Pero es que lo importante entonces era apoyar una incipiente democracia y no ponerle trabas. Actuó con inteligencia, desgraciadamente con la que le falta hoy en día a muchos que parecen no haber aprendido de la Historia.
Su papel en el Golpe de Estado fue de valentía, la que le faltó a muchos de los que se encontraban en el interior del Congreso, que les faltó tiempo de echarse al suelo.
A Carrillo se le pueden reprochar muchas cosas pero no se le puede achacar que no hiciera nada por la democracia. No tenemos nada más que ver donde estaba el P.C.E. entonces y donde están sus sucedáneos en la actualidad.
No cabe duda que la contribución de Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo a la democracia española fue impagable, los con sus virtudes y defectos, claro está, supieron estar a la altura de las circunstancias. ¿Qué hubiera pasado si en vez de actuar como actuaron, comedidos, renunciando a ciertas cosas para conseguir otras, hubieran actuado de manera más radical? La historia desgraciadamente hubiera sido otra. El autor el libro desgraciadamente no ha hecho justicia con los tres personajes. Habría que preguntarle dónde estaba aquéllos días y no me vale que en la facultad.
Sabía, a ciencia cierta, que eras educado pero ahora, con tu escrito vienes a asentar las bases de lo que debería ser Educación. Con el modo de exopresar tus comentarios demuestras que no hay que convertirse en un maleducado, ni ser reaccionario, ni pertenecer a ningún tipo de partido. Sigue siendo tan objetivo. Con personas así es con quienes se aprende. Enhorabuena.
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