PERO, ¿A QUIÉN PRETENDER ENGAÑAR? LA BOLSA ESE PECADO CASI VENIAL
Pero, ¿a quién pretenden engañar, oiga? Dejen de de tocarnos las narices ya. ¡Ipso facto!, porque lo cierto es que estamos ya muy hartos de tanto ignorante y de tanto cerebro aserrinado. Dícese de aquél sujeto, que no verbo, cuya cabeza le rebosa serrín a espuertas y lo que es peor, sin saber qué hacer con él. La duda le asalta, no sabe si venderlo en un puesto donde se venda casquería al menudeo o bien lo regale a algún burro de camino al abrevadero.
La verdad es que si nos fijamos en la bolsa de los dos últimos días, uno se da cuenta de los idiotas por metro cuadrado que existen en mi desgraciado País. Son Botarates de pelo en pecho y cerebro atrofiado. Pero tampoco nos alarmemos, que de estos abundan mucho por los parajes por donde uno tiene la desgracia de moverse.
Bien, adentrándonos en el meollo de la cuestión mi primera inquietud es el terror a ser pasto de la manipulación y el caos más absoluto. La bolsa no es más que la manipulación suprema al servicio de unos poquitos, que manejan el cotarro a su libre albedrío, y lo que es peor, se llenan los bolsillos a manos llenas mientras a los incautos les hacen perder hasta los..pues eso, hasta la camisa.
Desde luego no se les ocurra jugar a la bolsa porque apañados van a estar. Fíjese usted en que nunca va a manejar información privilegiada como hacen otros, y sin esa información lo que hace es tirarse uno mismo a los leones para que lo devoren. Si no es así, ¿qué sentido tiene que ayer día doce de enero la bolsa fuera presa de un subidón de los de campeonato y que hoy día trece volviera a tener un orgasmo de los de tomo y lomo? No me vengan los sabiondos con las historias baratas de los planes de rescate, la compra de deuda y demás zarandajas. Lo que ha ocurrido es que cuatro se han repartido el pastel. Se han preparado el terreno para jugar a los papás y las mamás, y hasta alguien se habrá quedado embarazado, digo embarazada, y de paso aprovechar para indigestarse de euros. Quiero decir que se han metido entre pecho y espalda una buena ración de beneficios. Pues que beban champán que es bueno para la digestión.
De verdad, no hagan caso a los analistas. No tienen ni pajolera idea. Le dirán, ojo, no haga caso de la subida. Puede ser un mal indicador porque coger cosas al vuelo cuando se elevan según con qué fuerza, se te pueden llevar por delante. Pero también le pueden decir, cuidado que si se producen pérdidas no se vuelva usted loco, que el valor puede bajar todavía más. Y le dirán cuarenta y un refranes y chascarrillos para refrendar toda su maravillosa sabiduría. Aunque lo más chocante es cuando se dedican a hablar de resistencias, límites y similares idioteces. Entonces empiezan a perorar sobre que si se llega a tal límite habría que comprar o que si supera tal otro límite a la baja se debe vender. Idioteces, mentiras y faltaría a lo mejor el sexo, las drogas y el alcohol para tener un completo, digo que para tener un completo desastre.
Lo cierto es que no aciertan una. Van dando palos de ciego aunque sin el perro pachón, perdón sin el perro guía, ni el bastón, engañando a la gente a diestro y siniestro porque no cabe duda que acertar aciertan poco y a veces a uno le da la impresión de que lo manejan sin pena ni remordimiento alguno y lo que es más triste, nada se puede hacer para evitarlo porque uno es fácil presa de los desaprensivos.
Mi consejo es que no jueguen a bolsa, que jueguen otros, que con su pan se lo coman porque en definitiva la bolsa sube y baja según le va en la feria a unos cuantos, más bien poquitos y no sé si bien avenidos, pero no se fien. Los valores suben y bajan al dictado de unos pocos que con su poder cambian el curso de los acontecimientos con una facilidad pasmosa, sin que en tal situación tenga nada que ver las medidas de los gobiernos, ni la situación económica ni la comprar de deuda pública ni siquiera cuando dicen que los inversores han recogido beneficios y que por eso ha bajado el IBEX. ¡Qué risa! Cualquier día bajará la bolsa porque la parienta del Presidente de turno no llevará ese día un ligero rojo. Al tiempo, ya lo verán. Cosas de la vida.
Luis Hernández Rubio
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